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Crítica de 'The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro': Sobredosis villanil



Tengo un problema con el nuevo Spider-Man de Marc Webb, y es que lo veo todo muy falso. Sí, ya sé que de una película que trata sobre un tipo en mallas que se balancea por los rascacielos de Nueva York lanzando telarañas no puedo esperar mucho realismo, pero no voy por ahí; quiero decir que los acontecimientos suceden de una manera tan forzada y casual que no me creo nada. Es cierto que ya en la trilogía original de Sam Raimi ocurría lo mismo en determinados momentos, especialmente en la tercera entrega, pero no de una manera tan descarada como en esta.

Hay varios aspectos que han mejorado de una saga a otra. El principal es el reparto protagonista: Andrew Garfield mola más que el carapalo de Tobey Maguire, y Emma Stone mola más y es mucho más guapa que la caraboba de Kirsten Dunst (aunque no interpreten al mismo personaje). Se nota que hay una mayor química entre estos últimos y al menos consiguen que en las escenas más empalagosas no den ganas de arrancarse los ojos. Otro cambio a mejor es el carácter de Spidey, mucho más bromista y guasón, como acostumbra a ser en los cómics. Aunque también debo decir que algunos gags dan más vergüencica ajena que otra cosa, porque eso de bajarle los pantalones al malo y dejarlo en gayumbos ya está muy visto, por favor. Otro aspecto que se ha mejorado es el de Spider-Man como símbolo de la ciudad, más cercano a los ciudadanos y con mayor interacción con ellos. Como digo, se nota que Webb se ha empapado bastantes cómics del personaje y ha intentado representarlo lo más fielmente posible, pero hay una serie de puntos negros que condenan al film.


El principal punto débil es el mismo que ya tuvo Sam Raimi en 'Spider-Man 3': hay una sobredosis villanil. ¿Por qué ese empeño en meter a varios villanos en una misma cinta en lugar de meter a uno solo pero bien desarrollado? Si lo que querían era dotar a la película de un mayor ritmo y espectáculo, vale, lo han conseguido, pero el precio a pagar por ello es una cantidad abusiva de subtramas hasta el punto de que uno ya no sabe cuáles son importantes y cuáles no. Por un lado tenemos la historia del padre de Peter Parker (de interés bastante discutible, dicho sea de paso), por otro sus problemas amorosos con Gwen Stacy (la parte más lograda), por otro todo el lío de Oscorp, por otro el tonto de turno que tiene mucho odio acumulado dentro y se vuelve malo porque sí, por otro el viejo amigo que también se vuelve malo porque sí, por otro un ladrón de chatarra ruso que dispara y habla raro, etc. Y es que si dichas subtramas tuvieran un mínimo de lógica y sentido, podría pasarlas por alto, pero es que hay algunas que claman al cielo, especialmente las de los villanos. El único que se salva de la quema es Dane DeHaan, cuyo Harry Osborn es una de las pocas sospresas agradables del film, dejando a un lado su cara de pijo repelente. Teniendo en cuenta el poco tiempo del que dispone para desarrollar su historia y su personaje, el chaval lo hace bastante bien, aunque luego su transformación sea un tanto precipitada y el aspecto de su Duende Verde sea bastante miérder. Pero lo de Max Dillon (Electro) sí que tiene narices. ¿En qué cabeza cabe que pase de ser un fan incondicional del trepamuros a querer matarlo solo porque este no se acuerda de su nombre? ¿En serio? ¿No se les ha ocurrido nada mejor? El pobre Jamie Foxx hace lo que puede para sacar el personaje adelante, pero es que la historia es de risa. En fin, y de Rhino prefiero no comentar nada porque su aparición es meramente anecdótica y quiero pensar que tendrá mayor protagonismo en futuras entregas, pero vaya manera de desaprovechar a un actorazo como Paul Giamatti.

Y por otro lado, nunca pensé que diría esto de una película de Spider-Man, pero su apartado visual me ha decepcionado bastante. No digo que no esté bien hecha, que lo está, pero comparo el Spider-Man de hace doce años con este y, lejos de apreciar cualquier tipo de avance tecnológico, noto incluso cierto descenso cualitativo. En algunos momentos, sobre todo en los protagonizados por Electro, si me dicen que lo que estoy viendo son imágenes del videojuego, me lo trago. También se abusa un poco de la cámara lenta 'Matrix' style para mostrar el sentido arácnido del protagonista, un recurso aceptable pero que, como ya digo, termina haciéndose un poco cargante. En cualquier caso, imagino que en 3D la experiencia será más disfrutable en ese sentido, pero repito que no me ha parecido tan espectacular como se supone que debe de ser una película con un presupuesto de más de 200 millones de dólares.


En definitiva, podemos decir que esta secual mejora en algunos aspectos respecto a la anterior, mientras que en otros da un paso hacia atrás. La relación entre Peter y Gwen está muy bien llevada y es la que dota a la cinta de gran parte de su carga emocional, pero los villanos están metidos con calzador y ese rollo de "ahora soy malo y odio a Spider-Man porque sí" cada vez cuela menos. Y si comparamos las dos entregas de Webb con las tres de Raimi, podemos decir lo mismo, hay cosas que han mejorado y cosas que han empeorado, pero sin duda me sigo quedando con el film original. Veremos si más de uno aprende la lección de cara al futuro, porque estoy convencido de que la película definitiva de Spider-Man está todavía por llegar.

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Estudiante de Periodismo en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Cinéfilo y musicadicto pero, por encima de todo, una bellísima persona.

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