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Crítica de 'Puro vicio': Bendita locura



Larry "Doc" Sportello (Joaquin Phoenix) es un peculiar detective adicto a la marihuana que es contratado por su ex pareja, Shasta (Katherine Waterston), para investigar la desaparición de su amante, Mickey Wolfmann (Eric Roberts), un conocido magnate inmobiliario. Este es solo el punto de partida del laberinto de personajes, tramas, engaños, sexo y drogas que conforman 'Puro vicio', el nuevo trabajo de Paul Thomas Anderson ('Magnolia'), uno de los directores más personales e interesantes de las últimas décadas.


La cinta es una adaptación de la novela homónima de Thomas Pynchon, un autor, según dicen, muy difícil de trasladar al lenguaje cinematográfico, y la verdad es que se nota. 'Puro vicio' es una de esas películas que exigen una cierta preparación y mentalización previa por parte del espectador. Es una película larga, densa, compleja, surrealista y, por momentos, confusa. Tan confusa que es fácil perderse y sentirse desubicado en más de una ocasión. Es una película que huye de los espectadores impacientes que buscan la coherencia y el sentido inmediato. Es una película que requiere de un segundo visionado para que toda esa bendita locura adquiera su sentido. Es en ese momento cuando uno se da cuenta de que cada secuencia, cada diálogo y cada acción de los personajes tiene una razón de ser. Como suele pasar con este tipo de cine, habrá gente para la que este sobreesfuerzo sea un aliciente y gente a la que le eche para atrás, pero lo que es indudable es de que se trata de un film con sustancia y estilo.

Como no puede ser de otro modo, las interpretaciones son magníficas. Joaquin Phoenix ('Her') y Josh Brolin ('Mi nombre es Harvey Milk') encabezan un reparto plagado de rostros conocidos metidos en la piel de personajes de lo más pintorescos: estafadores, motoristas neonazis, policías corruptos, prostitutas asiáticas... Por su parte, la dirección de Paul Thomas Anderson es tan milimétrica y minuciosa como siempre, con sus ya habituales planos fijos y planos secuencia, y con la utilización de infinidad de recursos narrativos que darían para un análisis en profundidad. También está muy lograda la recreación de Los Ángeles de finales de los sesenta y principios de los setenta, una sociedad decadente y desengañada ante la inminente caída del movimiento hippie y la política reaccionaria de Nixon. Otra de las grandes bazas de la cinta es su banda sonora, a cargo de Jonny Greenwood -guitarrista de Radiohead-, un habitual en el cine de Anderson, que consigue trasladarnos perfectamente a la época en la que está ambientada.


Por mi parte, me ha gustado mucho y me lo he pasado en grande. Es cierto que me ha resultado un tanto difícil de seguir en algunos tramos, pero una vez que decides dejarte llevar y embarcarte en este viaje psicotrópico conducido por fumetas, 'Puro vicio' se convierte en una experiencia divertidísima. Pero ojo, porque detrás del tono cómico que rodea a la cinta, en el fondo se vislumbra una profunda melancolía y nostalgia sentimental provocada por el declive del sueño americano y de toda una generación de idealismo. Me parece un broche de oro a la trilogía involuntaria sobre la historia moderna de los Estados Unidos que Anderson inició con 'Pozos de ambición' y que continuó con 'The Master'.

Mi reacción tras ver 'Puro vicio':

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Estudiante de Periodismo en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Cinéfilo y musicadicto pero, por encima de todo, una bellísima persona.

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