Menudo peliculón. No voy a recurrir a la típica coletilla de "para ser española...", porque en España hay mucho cine que merece la pena. Otra cosa muy distinta es que la mayoría de este buen cine pase sin hacer ruido, tanto a nivel mediático como de taquilla. Afortunadamente, no es el caso de 'La isla mínima', un gran thriller que está siendo todo un éxito y que está entusiasmando por igual a crítica y público. En este caso tampoco tiene mucho sentido utilizar la famosa coletilla, porque la película, a pesar de su limitado presupuesto, luce increíblemente bien y no tiene nada que envidiar a las grandes superproducciones de Hollywood.
La historia nos sitúa en 1980, durante la Transición española. Dos policías (Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez) son sancionados y enviados al remoto pueblo sevillano de Isla Mayor para investigar la desaparición de dos hermanas adolescentes. Pese a sus diferencias ideológicas, los protagonistas deberán trabajar juntos para resolver el caso y dar con el paradero de las jóvenes. A partir de esta premisa, Alberto Rodríguez ('Grupo 7') ha construido uno de los thrillers más brillantes de nuestro cine y una de las mejores obras de los últimos años.
Los tres pilares básicos de toda película (guion, director y reparto) funcionan a la perfección, de modo que hay mucho que alabar y muy poco que criticar. El guion es digno de enmarcar por su solidez y su perfecta estructuración. La dirección también es fantástica, con un director que sabe dónde colocar la cámara en cada momento y que cuida al milímetro cada pequeño detalle. Y los dos personajes principales están soberbios, destacando sobre todo el papel de Javier Gutiérrez, que es un auténtico escándalo. Pero, por encima de todo, me ha sorprendido muy gratamente la fotografía. La cinta consigue crear una atmósfera siniestra y sombría gracias a unos paisajes pantanosos, solitarios e hipnóticos, además de un acertadísimo uso de los planos aéreos y de la lluvia, que se convierten en dos elementos narrativos más. Por ponerle un pero, quizá el resto de actores secundarios no esté a la altura de los dos protagonistas, pero nada que empañe sus incontestables virtudes. He leído muchas comparaciones con la serie 'True Detective' y, aunque no niego ciertas similitudes, considero que este film tiene la fuerza y la personalidad suficientes como para ser valorado de manera independiente.
'La isla mínima' no es la prueba de que en España se puede hacer buen cine; es una prueba más de que ya sabemos hacerlo y una invitación a descubrir las numerosas joyas patrias que nos quedan por descubrir, ya que no todas tienen la suerte de estar producidas por Atresmedia Cine (como este caso) o Telecinco Cinema, con su consecuente machaque publicitario. Pero como decía, independientemente de su país de origen, estamos ante dos horas de puro cine y ante uno de los mejores thrillers del año, con permiso de David Fincher.
Mi reacción tras ver 'La isla mínima':
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